El siglo XX en las Artes visuales en Ecuador

Antecedentes:
La revolución Alfarista 1895, hace del Ecuador un estado laico y  moderno. El centro de la vida estética ecuatoriana en las primeras décadas del siglo es la escuela de bellas artes, que se fundó en 1904 por iniciativa de Luis A. Martínez. Grandes maestros como Salas, Pinto y Manosalvas habían muerto, para 1906 Alfaro trae profesores de España; el impresionismo llega tardíamente a un Ecuador que recibía técnicas sin mayores novedades.

copiad fielmente la naturaleza, era el principio básico de la iniciación artística, recordaba Pedro León.
Otra sería la generación que impondría la contemporaneidad en el arte ecuatoriano, pero ya en este período se ven artistas innovadores como Pedro León, José Abraham Moscoso, Camilo Egas.


VANGUARDIAS


Arte Abstracto Ecuatoriano

El iniciador de las corrientes no figurativas de la plástica nacional es Manuel Rendón Seminario: (1894-1982) Estudia pintura en París, amigo de Matisse, Braque y Modigliani. Desde 1917 expone regularmente en salones, se mueve entre el cubismo de Braque y las formas delicadas, entre sensual y espiritualmente alargadas de Modigliani. Tiene su etapa criollista desde que pinta “el montubio (1938) hasta “Madre india” (1944).


El montubio. Manuel Rendón


En los 60s Rendón experimenta maneras de abstracto con su modo característico: líneas curvas que se entrecruzan y envuelven creando espacios segmentados para el color.




La novedad generacional: “Realismo Social”

La substancia de la novedad era la deformación como categoría estética. Radical y absolutamente anti-clásica y anti-romántica. Esa deformación se inscribía en una dirección expresionista con clara intención de denuncia social. 
            
Leonardo Tejada, Eduardo Kingman, Diógenes Paredes, Luis Moscoso, Enrique Guerrero, Carlos Rodríguez y Oswaldo Guayasamín sobresalen en este período.

            
Caso especial en la pintura es Araceli Gilbert, que se convierte en el puente no figurativo entre Manuel Rendón y los formalistas constructivistas de la siguiente generación.


Aracely Gilbert. Diagonal Nº2

Informalismo-formalismo

En 1941 el Perú invade Ecuador, ocupa el Oro y el 29 de enero de 1942 el protocolo de Río mutila una enorme parte del territorio nacional. La generación cobra conciencia histórica, sus más lúcidas figuras harán obra de penetrante y valiente desmitificación de la historia y la política abiendo el camino a gentes que encabezarán la “revolución cultural”. Cifuentes, Villacís, Almeida, Tábara y Maldonado son los primeros en concretar la novedad generacional en artes visuales que se resume en nueva poética y nueva retórica.














Nueva poética: hacer una pintura de profundidad, una pintura de lo no visible, con autonomía como obra de arte. Nueva retórica: dimensión sígnica, cerámicas y pictografías de culturas precolombinas, alusiones mágicas, ceremoniales y rituales.

Entre el abstracto y la experimentación

Oswaldo Viteri, Luis Molinari, Oswaldo Moreno, Humberto Moré y León Ricaurte Miranda, están en una dirección abstracta informalista.








En la escultura destaca Milton Barragán, organiza su propio universo de formas y proyecta su poética y técnicas hacia una nueva promoción.














Feísmo-Magicismo
           
Esta generación vuelve a la “fascinación de la figura”, síntesis de expresionismo e informalismo, de intenciones expresionistas y libertades informalistas. A mediados de los 60 Román:


Jácome:
 Villafuerte:
 
Carreño entre otros imponen la neo-figuración.
            
En 1960 Cuba establece un país socialista y los regímenes latinoamericanos endurecen la censura y represión, en ecuador, un libro saca a la luz el inescrupuloso manejo de la política local por parte de agentes de la CIA.  Los sucesos llevan inevitablemente a la nueva generación a un sentimiento de frustración: sentían que todos sus entusiasmos eran ilusos y sus acciones insignificantes y menguadas. Las revoluciones que se sucedían en Cuba, Francia, Brasil, Chile, junto a protestas en Ecuador propician una respuesta dura, amarga de los pintores, eso sería su feísmo.
           
 De 1971 a 1980 se da un nuevo capítulo de historia económica y social ecuatoriana con la llegada del petróleo. El crecimiento de la ciudades, de la exportación y de la televisión hace que el mercado del arte se anime y crezca sin precedentes, algunos artistas transigirían con los gustos de los grandes burgueses y nuevos ricos.
            
Por otro lado, sucedían ejecuciones y torturas a dirigentes campesinos, se flagelaba a los comuneros, se reprimía brutalmente las huelgas, ese era el tinte de la falsa prosperidad y riqueza, la censura se hacía cada vez más eficaz. Ello explica el doble movimiento de esta generación: evasión y compromiso.  Compromiso con la denuncia, la protesta, la crítica dura: feísmo. Evasión hacia reductos mágicos y hacia lo real maravilloso americano, por camino superrealistas de folclor, sueño, mito y magia.
           
 Sienten el horror de la civilización moderna y el sórdido cuadro social del progreso: Jácome, Villafuerte, Varea y Zúñiga.
            
Otro grupo de artistas se instalará en los fascinantes territorios de lo maravilloso: Endara Crow, Dragón, Ronquillo, Carreño y Jorge Chalco.




 
La siguiente generación
Celso Rojas, Antonio Paredes, Jaime Zapata, María del Pilar Flores y otros.


La generación surge a la conciencia histórica, la hora de la bonanza petrolera y el desmesurado crecimiento de las ciudades. La mayor parte de los artistas pertenecen a la clase media baja y popular. Surge Alfaro vive carajo y el clima de represión se hace aún más evidente. Sin llegar a un arte combativo directo, la juventud de este periodo rechaza la imagen de la sociedad que se le quiere imponer. Al materialismo consumista se oponen valores y sentimientos; valores del arte. Rechazan normas, convencionalismos, dependencias, fetichismo. Es hora de la teología de la liberación, es hora de los grandes movimientos ecológicos mundiales.

La novedad generacional
           
Se da en cuatro direcciones fundamentalmente: Arte conceptual, hiperrealismo, neo-expresionismo a lo “nuevos salvajes” y nuevo paisaje.
            
El hiperrealismo junto al neo-expresionismo entablan diálogo con el feísmo de la anterior generación. El hiperrealismo es una manera de hacer tabla rasa de toda una larga evolución de realismo, la realidad como está, captada con frialdad fotográfica, después de la larga purgación abstracta se quería recuperar la figuración pero comenzando de cero: las cosas como son. El referente de esta tendencia es Jaime Zapata.



Marcelo Aguirre, Carlos Castillo, cuentan entre los “nuevos salvajes”.

Lo conceptual va por otro lado:

Xavier Patiño.
            
Se había insistido en forma y contenido. Trabajo y crítica habían apuntado a la cara formalista en informalista y a la cara contenidista del arte. Pero el fenómeno tenía tres polos: antes del proceso de producción artística, del que surge la forma, y el resultado, que da el contenido estaba la idea. Al recuperar ese vértice surge un arte que se queda en el concepto. Obras cuyo interés ha pasado del objeto al proceso.


Jorge Velarde


Los jóvenes conceptuales aportan a la tendencia un rasgo muy propio –y muy latinoamericano-: su conceptualismo es irónico, casi cáustico, desnudador, desmitificador.


Xavier Blum

Nuevo Paisaje:


Pablo Cardoso


La pintura ecuatoriana había tenido el paisaje  esquemático de guayasamín, de finísimas calidades de Moscoso, el personalmente estilizado de Andrade Faini. Asume el reto de una nueva posibilidad: María del Pilar Flores.

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